lunes, 2 de mayo de 2005

La televisión no ve, ni oye

Florence Toussaint en su espacio de la revista Proceso, pone más clara una preocupación externada aquí a propósito de las televisoras respecto al tema "López Obrador". Dijimos: Las televisoras la volvieron a hacer, prefirieron la misa de Benedicto XVI e ignoraron la marcha. Les importó la fé mundial y dejaron a un lado la vida nacional, la democracia, pero principalmente la libertad de expresión. Triste caso de Televisa y TV Azteca, otra vez.



A continuación el texto de Toussaint:

Canal 40 en marcha

La televisión mexicana se ha comportado casi como bloque en lo que respecta a las noticias del acoso al jefe de Gobierno de la capital. Noticiarios, mesas redondas y entrevistas han estado orientadas a desprestigiar la figura de Andrés Manuel López Obrador y a justificar las medidas tomadas por la Presidencia, la PGR, la Cámara de Diputados, la Secretaría de Gobernación, para fincarle cargos por el supuesto delito de desacato. Es decir, que la mayoría de la gente se entera de manera sesgada de lo que ocurre en la política nacional en estos días.

En contraparte, los sucesos que han tenido lugar en el Vaticano han sido reportados, minuto a minuto, por las grandes y pequeñas cadenas televisivas. La imagen que resulta es esquizofrénica: sabemos qué sucede en el exterior pero ignoramos lo que acontece en nuestra propia casa. La radio ha mostrado mayor pluralidad al incluir informaciones que no son del gusto del poder federal ya que no alaban cualquier medida tomada. La pantalla chica retrocedió en relación con las emisoras radiofónicas, mucho más abiertas a todo lo nuevo. Ciertamente que no se debe generalizar, pero el número de emisoras que informaron, por ejemplo, de la marcha del 24 de abril, sobrepasó al de las televisoras.

Con todo, hoy tenemos opciones de las que carecíamos en 1988. Una de ellas es el Canal del Congreso, gracias al cual pudimos escuchar el discurso íntegro de AMLO en la Cámara de Diputados el día del desafuero. La transmisión fue en tiempo real y sin ninguna censura. Así los televidentes pueden hacer el juicio que decidan, sin que un conductor les dirija las ideas.

El férreo control sobre las televisoras que ejerce el gobierno federal se rompió el 24 de abril. Canal 40 transmitió íntegra y sin cortes comerciales, la marcha de los ciudadanos en el Distrito Federal. Varias cámaras fueron emplazadas a lo largo del recorrido. Un helicóptero nos entregó tomas aéreas de Paseo de la Reforma, Juárez, Mádero y el Zócalo. La multitud parecía interminable, miles de cabezas se movían en dirección a la Plaza de la Constitución cuando ésta aparecía atestada. Entre los marchistas, López Obrador caminaba acompañado de sus hijos, algunos funcionarios del DF y miembros del PRD, rodeado de algunos jóvenes guardianes, vestidos con sudadera blanca. Así llegó al Zócalo, saludando, recogiendo papeles que le entregaba la gente, a buen paso. Los fotógrafos se arremolinaban a su alrededor antes de que surcara la valla para tomar el camino hacia el templete.

No hubo silencio total, como en 1968, un rumor recorría la concentración. Mantas y carteles con leyendas ingeniosas, toros, ataúdes, máscaras y disfraces gritaron las consignas que habían acordado callar sus creadores. Ni Quijotes ni pregoneros profirieron parlamentos. Actuaron su indignación. El vocerío era desplegado en imágenes y en palabras escritas, ingeniosas y altisonantes. La protesta devino en fiesta familiar, en reafirmación de un poder colectivo, de una presencia masiva y contundente.

La transmisión hecha por Canal 40 tuvo la virtud de ser única y de abstenerse de enviarnos cada 10 minutos a cortes comerciales. Ningún anunciante se dejó ver. Hubo pausas destinadas a los comentarios de dos conductores situados en el estudio, a las informaciones de reporteros desde las calles y a declaraciones de funcionarios de uno y otro bando. La fuerza de lo que sucedía era tal, que los análisis tuvieron poco peso, su importancia se diluyó.

Al día siguiente, todos los noticiarios minimizaron la marcha. Algunos ni la mencionaron. En Morelos, nada sucedió el domingo pues ni un solo medio lo reportó. Sin embargo, con el trabajo de Canal 40, las imágenes quedaron grabadas. En México y en el extranjero, cualquiera pudo fijarlas. Y dieron la vuelta al mundo, pues una de las características de la televisión es su capacidad de volver global aquello que toca. Los adversarios del avance de la democracia hicieron cuentas falsas, pensando en ocultar lo evidente. La transmisión del domingo de CNI, los desmiente. Y volvió a poner a este canal en el interés de un público ávido de informarse sobre los acontecimientos de su país.

El texto se reproduce sin fines de lucro
blog comments powered by Disqus